Anormalidades

Anormal porque en él ocurren cosas que, desde el sentido común, son anormales.

Un  país donde se pita y abuchea con frecuencia al jefe del estado y a la bandera, donde algunos de sus responsables institucionales incumplen reiteradamente las leyes, donde la enseñanza del español se limita o impide, cerrando una puerta que nos comunica con 500 millones de hispanohablantes, donde el Parlament recibe a un condenado por terrorismo y, a la vez, denigra a sus víctimas, donde un ayuntamiento paga el alquiler a unos okupas y otro pone a su disposición un palacete, donde no existe unidad de mercado, porque sus 17 comunidades autónomas legislan a su antojo, donde, de manera sectaria, se cancelan dos operaciones urbanas multimillonarias…

En definitiva un país de despropósitos, sin futuro y abocado al fracaso, porque esa anormalidad tiene visos de convertirse en “lo normal”.