
Zoo humano
El estado del bienestar que proponen los populistas se parece mucho a un zoológico de última generación.
Al igual que a los osos panda o los leones, se nos ofrece una solución habitacional completa: agua, electricidad, calefacción, un hogar estable, libre de desahucios, un menú asegurado, variado y equilibrado, y, por supuesto, apareamiento y atención médica gratuita. Y todo esto a cambio de casi nada: nuestra felicidad, para exhibirnos orgullosos ante los electores.
Una ley del mínimo esfuerzo: solo hay que estar, que nos atonta progresivamente y nos deriva al ocio “gratuito” que nos procura Internet. Uno sociedad domesticada con nuestro consentimiento que, al igual que a los animales del zoológico, anula nuestros viejos instintos de supervivencia, que han guiado la evolución humana durante millones de años. Una sociedad entontecida y sin criterio, sometida por una falacia y que promueve a aquellos que no superarían una selección natural.
Basta visitar al zoológico para sentir cierta pena por esos animales que no pueden elegir su destino, prisioneros del capricho humano. Una situación que se justifica sólo en su conservación para que las generaciones futuras, sepan en vivo y no virtualmente cómo es un león. Muy distinto a ese encarcelamiento voluntario de una sociedad presa de su abandono y desidía.
Al igual que a los osos panda o los leones, se nos ofrece una solución habitacional completa: agua, electricidad, calefacción, un hogar estable, libre de desahucios, un menú asegurado, variado y equilibrado, y, por supuesto, apareamiento y atención médica gratuita. Y todo esto a cambio de casi nada: nuestra felicidad, para exhibirnos orgullosos ante los electores.
Una ley del mínimo esfuerzo: solo hay que estar, que nos atonta progresivamente y nos deriva al ocio “gratuito” que nos procura Internet. Uno sociedad domesticada con nuestro consentimiento que, al igual que a los animales del zoológico, anula nuestros viejos instintos de supervivencia, que han guiado la evolución humana durante millones de años. Una sociedad entontecida y sin criterio, sometida por una falacia y que promueve a aquellos que no superarían una selección natural.
Basta visitar al zoológico para sentir cierta pena por esos animales que no pueden elegir su destino, prisioneros del capricho humano. Una situación que se justifica sólo en su conservación para que las generaciones futuras, sepan en vivo y no virtualmente cómo es un león. Muy distinto a ese encarcelamiento voluntario de una sociedad presa de su abandono y desidía.
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