¡Feliz cumpleaños!
El Economista cumple 10 años. Nació con el papel y hoy triunfa en online. Un ejemplo, optimista, de que los medios escritos tienen futuro. ¡Enhorabuena!
Los medios en papel se enfrentan desde hace años a un futuro incierto provocado por la caída de lectores y de la publicidad. Una publicidad que no tiene su correspondencia en el mundo online, ni en precio ni en modelo de negocio. Sin embargo, pensar que el problema está sólo en la transformación digital no nos ayudará a superar la crisis que vive la prensa escrita.
Hay dos factores que influyen negativamente. El primero es el bajo índice de lectura que se registra en España. La gente lee poco y mal. Leer SMS, WhatsApp, Facebook, Twitter… no es leer. Se leen pocos libros y menos periódicos.
El segundo es culpable, en parte, del primero. Los medios se han olvidado del lector, de ese lector que va al kiosko y a la web buscando información de interés “para él”. Han puesto su foco en los políticos, las instituciones y las grandes empresas y se han olvidado del ciudadano, de sus intereses, problemas, gustos y aficiones.
No hace muchos años que leer el periódico era una adicción saludable. Un ceremonia diaria y necesaria. Se leía en el metro, en el autobús, en la calle, en el bar, en las casas, en la oficina. Los periódicos nos informaban, formaban y creaban opinión a partir de unos contenidos poliédricos, elaborados, interesantes, pegados a la realidad, bien escritos… Nos proponían una manera de estar en el mundo y de participar en él.
Los medios han perdido también su cualidad literaria. El periodismo es un género que funciona, pero lo que el lector encuentra es un periodismo declarativo para mayor gloria de los protagonistas. El buen periodismo no debe contar lo que se dice sino lo que se hace, e interpretarlo. Lo importante son los hechos. Y debe hacerlo seduciendo e interesando al lector honestamente, aportándole información de calidad y con un lenguaje dinámico y brillante.
La prensa tiene que cambiar, mirar a lo mejor de su pasado y abordar con decisión un futuro que si es posible y que, además, es bueno para todos.
Los medios en papel se enfrentan desde hace años a un futuro incierto provocado por la caída de lectores y de la publicidad. Una publicidad que no tiene su correspondencia en el mundo online, ni en precio ni en modelo de negocio. Sin embargo, pensar que el problema está sólo en la transformación digital no nos ayudará a superar la crisis que vive la prensa escrita.
Hay dos factores que influyen negativamente. El primero es el bajo índice de lectura que se registra en España. La gente lee poco y mal. Leer SMS, WhatsApp, Facebook, Twitter… no es leer. Se leen pocos libros y menos periódicos.
El segundo es culpable, en parte, del primero. Los medios se han olvidado del lector, de ese lector que va al kiosko y a la web buscando información de interés “para él”. Han puesto su foco en los políticos, las instituciones y las grandes empresas y se han olvidado del ciudadano, de sus intereses, problemas, gustos y aficiones.
No hace muchos años que leer el periódico era una adicción saludable. Un ceremonia diaria y necesaria. Se leía en el metro, en el autobús, en la calle, en el bar, en las casas, en la oficina. Los periódicos nos informaban, formaban y creaban opinión a partir de unos contenidos poliédricos, elaborados, interesantes, pegados a la realidad, bien escritos… Nos proponían una manera de estar en el mundo y de participar en él.
Los medios han perdido también su cualidad literaria. El periodismo es un género que funciona, pero lo que el lector encuentra es un periodismo declarativo para mayor gloria de los protagonistas. El buen periodismo no debe contar lo que se dice sino lo que se hace, e interpretarlo. Lo importante son los hechos. Y debe hacerlo seduciendo e interesando al lector honestamente, aportándole información de calidad y con un lenguaje dinámico y brillante.
La prensa tiene que cambiar, mirar a lo mejor de su pasado y abordar con decisión un futuro que si es posible y que, además, es bueno para todos.
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